ASTRONOMÍA ESFÉRICA (I)

1.- La bóveda del cielo.

En la bóveda del cielo hay que distinguir fundamentalmente dos clases de astros: los que se mueven y los que no. Esta distinción la hacemos prescindiendo del movimiento global de la bóveda en virtud a la rotación y traslación de la Tierra. Tenemos por tanto, unas estrellas, cúmulos, nebulosas, galaxias, etc. que guardan entre si unas posiciones a las que podemos calificar de fijas. Y, moviéndose por delante de ellos, es decir, en primer termino, otros astros que van desplazándose independientemente del fondo más o menos fijo. Son los astros de nuestro sistema (Sol, planetas, satélites, asteroides, cometas, etc.) algunos de los cuales tienen movimientos aparentes muy rápidos. Desde hace muchos siglos el hombre aprendió a distinguir las distintas clases de astros precisamente por esta diferencia que comentamos.

Con ello invento un sistema de identificación y comparación que aún hoy sigue vigente y muy útil al aficionado a la astronomía. Es la clasificación de los astros fijos en constelaciones.

La división del firmamento en constelaciones es, simplemente, una parcelación; una división en regiones estrictamente delimitadas, con unos nombres propios y un sistema de designación individualizada de las principales estrellas de cada grupo.
Dentro de cada parcela se hace destacar a las estrellas más brillantes mediante unos grafismos lineales con formas más o menos identificatorias del nombre. Son esas figuras típicas con denominaciones extraídas de la Mitología, de personajes o de animales legendarios.
Lo cierto es que al aficionado le resulta muy practico memorizar los principales astros con referencia a estas figuras o constelaciones hasta el punto de que sin su buen conocimiento le sería difícil iniciarse en la observación.
A la esfera celeste vamos a tratarla como se trata el globo terráqueo, ya que el sistema de divisiones de determinación de posición, de orientación etc. es equivalente.

Para comenzar, digamos que la bóveda del cielo tiene el movimiento de rotación que todos percibimos por el desplazamiento de los astros de Este a Oeste. En realidad, es nuestro planeta el que gira de Oeste a Este. Tal movimiento ya nos señala que la bóveda tiene un eje de rotación y dos polos que son la proyección del eje de la Tierra y de sus correspondientes polos. Así tenemos también en el Cielo un Norte, Un Sur y un ecuador que sería, lógicamente, la proyección del firmamento del Ecuador terrestre.

Un habitante de la zona polar Norte tiene el polo norte celeste exactamente encima de su cabeza y el acuador celeste en el horizonte. Un habitante del ecuador (Colombia, Ecuador o Kenia) tiene el ecuador celeste sobre su cabeza y los polos en el horizonte.
En consecuencia, los europeos, que estamos en zonas intermedias, encontramos el ecuador a medio camino entre el horizonte y las estrellas están encima de nuestras cabezas y el polo a una altura angular sobre el horizonte equivalente al ángulo de nuestra latitud geográfica.