El cielo en verano

Constelación del cisne o cruz del norte

El Verano es la estación en que solemos observar el cielo los aficionados con más frecuencia. El cielo estrellado y las vacaciones hacen que le dediquemos mayor tiempo a la observación a pesar que las noches son más cortas.
Partiendo de Arcturo, estrella de color de oro, que conocemos de la campaña de primavera, que se encuentra hacia el Oeste, a media altura entre el cenit y el horizonte, se extiende la constelación del Boyero,  distinguimos  el semicírculo de estrellas que forman la Corona Boreal. Prolongamos la línea que une Arcturo con la Corona hasta dos veces esa distancia y vamos a dar con Vega, Alfa de la Lira, tan brillante como Arcturo, pero de color blanco.
Entre la Corona y la Lira, se extiende la amplia constelación de Hércules, formada por varios trapecios entrelazados, aunque sin ninguna estrella realmente brillante. La Lira se encuentra cerca del pie de la gran cruz que dibuja el Cisne, más al Este. La cabeza de la cruz está ocupada por otra estrella de primera magnitud, Deneb. Observamos que la línea principal de la cruz, de la cabeza a los pies, coincide con la cinta de la Vía Láctea, que después de atravesar la Lira, se adentra, hacia el sur, en el Aguila. El Aguila es otra constelación claramente dibujada, que brilla a media altura, presidida por una estrella de primera magnitud llamada Altair.
En la zona del Aguila se bifurca la cinta galáctica. Una de sus ramas se desvía hacia el SSW., y después de atravesar las ricas constelaciones de la Serpiente y Ofiuco, va a para al Escorpión, donde brilla con luz rojiza Antares, otra estrella clásica de las noches de verano brillando con luz rojiza. A su derecha (Oeste) avanzan 
las garras y hacia el Sur, se retuerce la cola en forma de anzuelo, finalizando en una brillante pareja de estrellas.
La otra rama de la Vía Láctea sigue recta hacia el Sur y atraviesa la pequeña constelación del Escudo, carente de estrellas brillantes, pero donde las nubes galácticas ofrecen condensaciones de fascinante grandeza, hasta desembocar en el Sagitario, una gran constelación de complejas alineaciones, siempre cerca del horizonte en nuestras latitudes y donde las nubes de la Vía Láctea alcanzan todo su esplendor.



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 (Texto extradido del libro Guia del Firmamento del que es autor Jose Luis Comellas).