Si se aumentara una manzana hasta el tamaño de la Tierra, un átomo de hidrógeno en la misma escala tendría el tamaño de una manzana.
Los átomo son tan pequeños que es difícil imaginar un tamaño. Pero, ya que no podemos sumergir nuestra mente en la escala atómica, tal vez podamos expandir la escala atómica con la imaginación. Imaginemos, por ejemplo, que tomásemos un balón de fútbol y lo inflásemos hasta que alcanzase el tamaño de la Tierra. Un átomo tendría el tamaño de un guisante grande.